¿Cuánto cuesta mi hijo Lebensborn?
¡Epa, mi gente! Aquí andamos con un tema que a muchos les pica, pero que hay que echarle bolas: el costo de un hijo Lebensborn. No es un tema de billete fácil, ni de un “negocito” de la esquina, es algo que te deja la cabeza dando vueltas como trompo.
A ver, no estamos hablando de un carro o de una casa en La Castellana, esto es otra cosa. El precio de un chamito Lebensborn no se mide en bolívares, ni en dólares, ni en euros. Es una vaina que va más allá de lo material, es un asunto que te revuelve el buche. La inversión que se hacía en estos niños, si es que se le puede llamar así, era en adoctrinamiento puro y duro, en una educación que les lavaba el cerebro para ser “perfectos” según los cánones nazis. ¡Una locura, pues!
El “valor” de un hijo Lebensborn se cifraba en su supuesta pureza racial y en su potencial para servir a la causa. No era una cuestión de cuánto costaba la leche o los pañales, sino de cuánto valía su sangre para el régimen. Era una mercancía humana, un objeto de laboratorio para sus experimentos ideológicos.
¿Qué implicaciones tenía esta “inversión”?
- La pérdida de la identidad individual del niño.
- La anulación de cualquier lazo familiar que no fuera el impuesto por el Estado.
- La transformación del ser humano en una herramienta para la ideología.
- El trauma psicológico y emocional que cargaron de por vida.
- La negación de su propia historia y origen.
En definitiva, hablar del “costo” de un hijo Lebensborn es adentrarse en las profundidades de la deshumanización. Es entender que no hay precio que pague el daño causado por una ideología tan aberrante. ¡Qué vaina tan fuerte, mi gente!