¿Qué pasó con el hijo de Abraham y Agar?
¡Épale, mi gente! Aquí les cuento el chisme bíblico que nos tiene con la boca abierta, ¿qué pasó con el hijo de Abraham y Agar? ¡Esa es la pregunta del millón, mijo!
Bueno, pa’ que se ubiquen, la cosa es que Abraham y su esposa Sara no podían tener chamos, y la Sara, bien solidaria ella, le dijo a Abraham que se acostara con su esclava Agar pa’ ver si así pegaba. Y ¡zas!, Agar quedó preñada y tuvo un carajito que llamaron Ismael. Pero, ¡ay, Dios mío!, la vaina se puso tensa cuando Sara, ya viejita, quedó embarazada de Isaac. ¡Ahí se prendió el rancho!
El drama de Agar e Ismael
La envidia y los celos se apoderaron de Sara. No quería ver ni en pintura a Agar y a Ismael, así que le dijo a Abraham que los echara de la casa. ¡Qué vaina tan difícil para Abraham! Pero Dios le dijo que le hiciera caso a Sara, que él iba a cuidar de Ismael y que de él también saldría una gran nación. Así que, con el corazón arrugado, Abraham les dio pan y agua y los mandó pa’l desierto.
- Agar e Ismael deambulando por el desierto.
- La desesperación de Agar al ver que se les acababa el agua.
- El llanto de Ismael, que conmovió a Dios.
- La aparición de un ángel que les mostró un pozo de agua.
- La promesa de Dios de que Ismael sería un hombre fuerte y que de él nacería una nación numerosa.
Y así fue, mi gente. Agar e Ismael sobrevivieron en el desierto, y Dios cumplió su promesa. Ismael creció, se casó y tuvo doce hijos, que fueron los príncipes de doce tribus. ¡Imagínense ustedes! Así que, el hijo de Abraham y Agar, Ismael, no solo sobrevivió, sino que se convirtió en el padre de una nación entera. ¡Una historia de resiliencia y fe, como nos gusta a los venezolanos!
¿Cuál es el pueblo de Ismael en la actualidad?
¡Epa, mi gente! Si andamos con la curiosidad de saber cuál es el pueblo de Ismael hoy en día, nos metemos en un peo teológico y geográfico que da para rato. Según los textos sagrados, Ismael es el papá de los árabes, ese gentío que habita gran parte del Medio Oriente y el norte de África. Así que, si pensamos en un solo “pueblo”, la cosa se complica, porque es una vaina gigante con un montón de culturas y países.
No es que exista un solo sitio en el mapa que diga “Aquí vive el pueblo de Ismael”. Más bien, se refiere a una descendencia que se esparció por un montón de tierras. Desde los jeques de Arabia Saudita hasta los tuaregs del desierto, todos ellos, de alguna manera, se ven como hijos de Ismael. Es como decir que los venezolanos somos un pueblo, aunque estemos regados por el mundo.
Los ismaelitas: una herencia diversa
El legado de Ismael es más que un nombre en un libro viejo; es una identidad que ha marcado la historia de millones de personas. La verdad es que, aunque compartan un ancestro común, los ismaelitas de hoy son tan variados como un sancocho de gallina. Hay unos que son súper modernos y otros que mantienen sus tradiciones ancestrales a capa y espada.
- Los beduinos, nómadas del desierto, son un ejemplo vivo de la conexión con Ismael.
- Las naciones árabes actuales, desde Marruecos hasta Irak, se identifican con esta herencia.
- Las comunidades islámicas alrededor del mundo, al ver a Ismael como un profeta, también forman parte de esta gran familia.
Así que, cuando hablamos del pueblo de Ismael en la actualidad, estamos hablando de una multitud de naciones y culturas que, a pesar de sus diferencias, comparten un hilo histórico y espiritual. Es una vaina que va más allá de las fronteras y se mete en el corazón de la gente.
¿Qué pasó con Ismael y Agar en el desierto?
¡Qué peo tan arrecho se armó en el desierto!
Cuando la cosa se puso fea en la casa de Abraham, Sara le dijo que despachara a Agar y a Ismael. Así que, sin más ni más, Abraham les dio un poco de pan y un odre de agua y los mandó a la deriva por el desierto de Beerseba. ¡Imagínense el desespero de esa pobre mujer con su muchachito en medio de la nada! El sol picando como ají y el agua escaseando, una vaina bien difícil.
La situación se puso tan chucuta que el agua se les acabó rapidito. Agar, viendo que el carajito se estaba muriendo de sed, lo dejó debajo de un arbusto y se fue a sentar a una distancia, porque no quería ver a su hijo morir. ¡Qué dolor tan grande para una madre! Ella empezó a llorar con una amargura que ni te cuento, un lamento que seguramente resonó en todo el desierto.
Pero Dios, que es bien pana, escuchó el lamento del muchacho y mandó a su ángel a hablarle a Agar. El ángel le dijo que no se preocupara, que Dios tenía planes grandes para Ismael y que de él saldría una nación grande. ¡Imagínense la sorpresa de Agar! De repente, Dios le abrió los ojos y vio un pozo de agua. ¡Una bendición en medio de tanta sequía! Agar fue, llenó el odre y le dio de beber a su hijo, salvándole la vida.
- Dios escuchó el llanto de Ismael.
- Un ángel de Dios le habló a Agar.
- Dios le mostró un pozo de agua a Agar.
¿Cuál fue la promesa que Dios le hizo a Ismael?
¡Épale, mi gente! Aquí les traigo un chismecito bíblico que está más bueno que una arepa con perico. Si andas con la curiosidad de saber qué rollo con Ismael y las promesas divinas, ¡sigue leyendo, pues!
La vaina es que Dios le hizo unas promesas bien chéveres a Ismael, el hijo de Abraham y Agar. No fue cualquier cosita, no. Le prometió que lo iba a bendecir un montón, que iba a tener un montón de hijos y que de él saldrían doce príncipes. ¡Imagínense, doce príncipes! Eso es como tener un equipo de béisbol completo, pero de realeza. Además, le aseguró que lo convertiría en una nación grande, ¡así como lo oyen! No es cuento, Ismael iba a ser el papá de un gentío.
Las promesas que Ismael recibió
- Dios lo iba a bendecir en gran manera.
- Su descendencia sería numerosa, como la arena del mar.
- De él nacerían doce príncipes.
- Lo convertiría en una nación grande y poderosa.
- Dios estaría con él y lo prosperaría.
Así que, aunque Ismael no fue el hijo de la promesa del pacto con Abraham, Dios no lo dejó en el aire, para nada. Le dio su palabra de que lo iba a cuidar y a hacer prosperar. Es una muestra de que el Señor no se olvida de nadie, y aunque los caminos sean distintos, su amor y sus bendiciones alcanzan a todos. ¡Qué molleja de bendición, verdad!